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El sudor, pasión y esfuerzo que impregnó el aire del backstage es un secreto para los espectadores de Perfetta Dissonanza, la pasarela CECC de este año. Una velada de excelencia que tuvo de trasfondo la fusión entre experiencia y noviciado y que, además, aportó una plataforma de exhibición a diseñadores mexicanos.
La planeación del evento comenzó desde hace meses, reuniendo a patrocinadores, ajustandonos al presupuesto, siendo partícipes de juntas semanales y dándolo todo para lograr el resultado que nos propusimos. En ocasiones se volvió tedioso y cansado pero si algo aprendí de esto, es que las mejores cosas salen de la determinación.
Pero, ¿que fue realmente estar en el backstage de la pasarela? Si lo tuviera que decir en una sola palabra, esta sería: pasión.
Es cuestión de amar lo que haces sin importar qué tan difícil o exigente pueda volverse. Fueron horas interminables donde planeamos y organizamos y que, en ocasiones, debimos olvidar lo que ya estaba hecho y volver a empezar. Estar preparados para errores e improvisar sus soluciones y esperar a que nadie se diera cuenta.
Es sentir la piel de gallina porque lograste plantar tu visión y conseguiste apasionar a la gente con ella. Es estar de pie, corriendo en tacones, subiendo y bajando y aguantar porque las cosas están saliendo bien y no hay cansancio o dolor sino más bien sientes euforia y adrenalina.
Estar tras bambalinas fue emocionante. Considero que ha sido una de las experiencias más enriquecedoras por las que he pasado. Debido a esto, me llevó conocimiento que antes no hubiera imaginado adquirir, he crecido como persona en muchos ámbitos y sin duda he madurado tanto personal como profesionalmente.